sábado, 25 de abril de 2009

de Anenalot y Jolher


...
-¿Quiénes fueron Anenalot y Jolher?- Preguntó la niña.
El mago la contemplo y vio sus ojos alumbrados por las llamas de la fogata, en ellos estaba el interes infatigable de todo niño por escuchar una historia llena de aventuras y no pudo negarle el relato como siempre que lo hacia con esos ojos atentos y llenos de magia.
-Bueno Anenalot era un hada, una de las mas hermosas que existieran en muchos eones, su vida era pacifica junto a su familia, vivían en los limites del bosque, en ese tiempo era segura esa parte de Arda, los crecientes conflictos con los kerubines se desarrollaban en el otro extremo del bosque, así que la familia de Anenalot aun no se estaba preparando para la guerra, cerca de esa zona vivía un mago humano, uno de los mas poderosos de esa raza, estaba muy encerrado en sus estudios y elucubraciones secretas que casi no daba importancia a lo que sucediera fuera de su terreno. De vez en cuando daba algunas vueltas por el bosque buscando flores, raíces y cualquier cosa que necesitase, en una de estas rondas se cruzo con Anenalot mientras esta danzaba y cantaba despreocupadamente, las flores crecían grandes y bellas a cada paso de Anenalot y su voz era suave, clara y tierna como ninguna otra que hubiera escuchado antes.
-¿Y el mago se enamoró de ella?.- Interrumpió la niña con impaciencia.
-MMnno, enamorarse de ella no, sino todo lo contrario se volvió su obsesión, verás este mago estaba buscando la belleza para si mismo y para crear otros como él, al ver la hermosura de Anenalot todos sus deseos se hicieron pedazos, en su corta mente pensó que nada ni nadie podría superar esa hadita en belleza, así que volvió derrotado a su casa y destruyó todo lo que había logrado en muchos años de estudio y se dejó caer en su propio fracaso, mientras veía en su mente el recuerdo de Anenalot bailar y reírse de él, eso le fue carcomiendo la mente hasta el punto de enloquecerlo y cegarlo dejando solo su obsesión por poseer una belleza superior.
-Pero es un bobo, nadie puede superar a las hadas en belleza.- El Mago y Nihonir contemplaron a la niña. -¿Qué?- Dijo después de unos cuantos segundos.
-Cierto es que las hadas son hermosas, pero también lo es que no solo la belleza física importa. Si el espiritu es malo esa belleza en fealdad se transforma.
-¿Entonces Anenalot era un hada mala al final?- Pregunto la niña desilusionada.
-Todo lo contrario, pero si continuas con tus interrupciones nunca podré contarte la historia.- dijo el mago riendo.
-Esta bien, esta bien.- Dijo avergonzada la niña y se volvió hacia Nihonir –deja de reírte tu también.
Unos cuantos segundos después el mago continuó con el relato.
-Bien el mago secretamente ideaba varios planes para Anenalot y ninguno era bueno, cierta noche mientras se encontraba espiando la ciudad de las hadas lo atrapo una avanzada de kerubines que estaban explorando el terreno para una ofensiva, claro que le tenían mucho miedo a las hadas, frágiles en apariencia terriblemente mortal su poder es si tienen que luchar.
Los kerubines arrastraron al mago hasta su jefe y éste lo interrogó, pero al soltarlo el mago utilizó su poder y los kerubines fueron dominados y los obligo a revelarle sus intenciones, después una vez que supo que intentaban hacer los kerubines los aprovecho para su beneficio, asi que una alianza entre ellos se formo, el mago les daría armas y poderes especiales a cambio de que sean su ejercito personal, sabido es que los kerubines aceptaron, pero con la idea inicial de traicionar al mago después de que éste cumpliera con su parte del trato.- una pausa para tomar aire. –cerca de dos meses estuvieron los kerubines yendo y viendo por esos terrenos protegidos por el poder del mago, las hadas percibían peligro cerca, pero no podían encontrarlo, por eso salían varios grupos a explorar los alrededores, pero no encontraban nada, del mago no sospechaban pues nunca les hizo daño, pero tarde se dieron cuenta del engaño, todo sucedió en una noche oscura, las nubes cubrían las estrellas y un manto frío y húmedo avanzaba hacia el poblado, los primeros en caer bajo las nuevas hojas de los kerubines fueron los guardias, y después el ataque fue violento y devastador, un pequeño grupo de hadas logro mantener a raya a los invasores, pero eran solo niños y niñas y ancianos, ya que la mayoría de los adultos estaban explorando y los que se quedaron fueron los primeros en caer defendiendo a los mas pequeños, aun así no pudieron resistir el ataque del mago, quien lo hiciera desde las sombras para no revelar su identidad. Cuando todos fueron vencidos Anenalot fue secuestrada con respecto a los que quedaron con vida los kerubines dieron cuenta de ellos, el espectáculo fue horripilante, nunca se había visto una cosa así antes.- El mago respiro tranquilamente y la niña se recostó apoyando los codos en el suelo y descansando la cabeza sobre sus manos, sus ojos estaban concentrados en el mago y la historia, la ira de su interior era solo mitigada por la intriga.
-Solo Anenalot sobrevivió y el mago la llevo a su guarida, donde los kerubines habían construido un ala especial, las ventanas eran tan estrechas que apenas circulaba aire, las paredes tan gruesas que nada parecía atravesarlas, lo mismo que la luz. Durante varios años la mantuvo cautiva y abuso de ella de todas las maneras que a su retorcida mente se le ocurriera, mientras su ejercito creció y comenzó asaltaban los poblados de la zona exigiendo tributo para evitar la aniquilación, como todo cobarde permanecía escondido en su guarida y sacaba el mayor provecho de la situación, mas sabiendo que los dragones estaban en lejanas muy lejanas tierras combatiendo una guerra sangrienta, si vencían o eran vencidos no le importaba al mago de cualquiera de las dos maneras él saldría bien parado y conservaría su botín mas preciado.
Durante el invierno del quinto año de su cautiverio apareció desde el sur un demonio alado, los kerubines quisieron cazarlo varias veces, pero siempre terminaban siendo ellos los cazados, tanta era la sed de destrucción de la gárgola…
-¿Gárgola?- interrumpió sorprendida la niña –pensé que eran buenas.
-Lo son, pero también es cierto que pueden ser malas, la naturaleza de las gárgolas es proteger a sus amados, cuando fallan en su deber enloquecen y se vuelven agresivos mas de los que podrías imaginar.
-¿Eso fue lo que le paso?
-No pequeña, en este caso fue la guerra, era Jolher, soldado del gran pueblo del sur, él junto a varios de los suyos partieron hacia la guerra, pero una avanzada enemiga atacó el pueblo a traición haciéndose pasar por mensajeros y refugiados, cuando vieron las ruinas y que nada había sobrevivido todos los que fueron a la guerra enloquecieron, su líder también, pero pudo mantener cierta cordura y controlo a casi todos llevándolos de regreso a la guerra, sus hazañas y masacres son aun recordadas, pero esa es otra historia, en fin, Jolher era uno de los pocos que se negó a seguir al líder, así que vagó por muchos lados matando todo lo que se cruzaba en su camino hasta que encontró un valle en unas montañas, ahí pudo descansar un tiempo, su corazón se ablando un poco con la paz que había en ese lugar, pero no alcanzaba para mitigar su locura, así que cada tanto incursionaba en los bosques de la zona, para esa época el mago estaba en duda si mantener o no a su cautiva con vida, ya que en cinco años aun no le había dado un hijo, claro que mantener un hada encerrada durante cinco años no es lo mas sano si se la quiere usar solo para extender el linaje, cuando Anenalot le recordó eso al mago, éste casi la mata por los golpes, pero eso ya no le importaba al hada, solo quería acabar con ese cautiverio.
-¿No podía suicidarse?
-No, no podía hacerlo, porque sino se convertiría en un espectro y seria esclava para toda la eternidad. Bueno retomando, unos días después de eso el mago decidió hacer un último intento así que encadenaron al hada de un tobillo para que no pudiera volar y la llevaron al bosque, al sentir la brisa, el contacto con la vegetación, los sonidos y aromas que no sentía en años fue como si su apagada existencia ardiera nuevamente aunque de manera muy leve, respiro varias veces, se lavo las heridas en el agua pura y cristalina, los kerubines que la escoltaban estaban ansiosos por que intentara escapar para maltratarla un rato, pero no les dio ese gusto, camino por el césped un rato y se sumergió en el agua de un arroyo, no era muy profunda apenas llegaba a la rodilla, se recostó y dejo que la corriente acariciara su magullado y maltratado cuerpo, estuvo un buen rato en el agua, dejando solo la cara fuera para respirar, los kerubines estaban impacientes, pero el mago les había ordenado que la dejaran durante tres horas, era tiempo suficiente para que se recuperara, pero no para que sanara por completo y acabara con todos. Una hora y media después de recostarse en el agua salió y se apoyó contra un árbol, lentamente comenzó a cantar suavemente como si fuera un murmullo. Antes que Anenalot entrara al agua la gárgola había llegado hasta ellos, miraba oculto entre las sombras esperando el momento para asaltarlos por sorpresa y matarlos a todos, pero al ver al hada se quedó paralizado, algo en su interior estaba gritando desde hacia mucho tiempo, permaneció inmóvil y expectante viendo cada movimiento del hada, y cuando comenzó a cantar fue como si volviera a revivir todo, la desolación de encontrar el hogar destruido y todo lo que amaba asesinado, y vio después todas las atrocidades que en su locura cometió, quería gritar, pero no podía hacerlo, quería llorar, pero tampoco podía hacerlo, estaba finalmente aceptando su culpa y cerca estaba de convertirse en piedra, pero en ese momento los kerubines cometieron un error que les costaría la vida.
Cansados de los murmullos del hada quisieron hacer que dejara de cantar, pero era la primera oportunidad desde que fuera capturada en mandar una llamada de auxilio, aunque fuera un simple susurro. Claro que los kerubines no se caracterizan por ser delicados, así que usaron el mismo método que usan siempre, golpe en la cabeza, eso hizo que la gárgola recuperara el control, lo ultimo que recuerda el hada de ese momento es el golpe, la caída y escuchar un rugido terrible, después sintió el viento y unos brazos fuertes que la cargaban. Cuando volvió a despertar estaba recostada en un lecho de plantas suaves, una fogata le daba un poco mas de calor, alguien había tratado sus heridas, encontró varias frutas para comer junto al lecho. Estando ahí nuevamente sintió la vida volver y esta vez no tenía una cadena a su tobillo, pero cinco años de cautiverio no se curan con un baño, una cama y unas frutas, por lo que no pudo desplegar sus alas como hubiera querido. La gárgola la observaba desde las sombras, no por maldad sino por vergüenza, pero el hada sintió su presencia y pidió que se acercara, quería conocer a quien la liberara de sus cadenas, hubo silencio cunado se miraron a los ojos, los dolores y penas de cada uno eran distintos y similares al mismo tiempo y eso hizo que un lazo se formara entre ambos un lazo que nada ni nadie podría quebrar.
Anenalot dormía mucho mientras Jolher curaba sus heridas y le buscaba comida y le daba su magia más poderosa, solo superada por los dragones, el tiempo paso y ambos volvían a reír y vivir mientras el mago perdió total control de su mente haciendo que su ejercito invadiera y destruyera todo lo que rodeaba "sus territorios", destruían todo lo que no los adoraba, el grado de su locura era tal que llego a creerse un dios.
No le importaba nada mas que el poder y control de todo lo que le rodeaba, violando, matando, robando no conocía limite en su proceder, pero el recuerdo de Anenalot lo perseguía siempre, carcomiéndole el cerebro, enviaba a sus kerubines a buscarla por todos lados, pero nunca la encontraban, hasta que le llego el rumor de un demonio que protegía un hada enferma en un valle oculto en las montañas.
Ahora bien, si este idiota no se hubiera creído su propia palabrería nunca se hubiera acercado a ese valle, pero bueno, como decía, al enterarse de esto movilizo su ejercito en busca de este valle, miles de kerubines invadieron esas montañas, llegaron hasta el valle y encontraron al hada, la capturaron y la llevaron ante el mago, este al verla casi recuperada por completo quiso violarla nuevamente, pero esta vez el hada no estaba tan indefensa, Jolher llego desde el cielo, la furia dibujada en su rostro y un fuego terrible brillaba en sus ojos, en el primer embate de la gárgola la mitad del ejercito fue destruido, es en casos como estos en los que las gárgolas pueden usar todo su poder, cuando luchan por proteger lo que aman, pero la diferencia numérica le fue desfarobable y resultó herido varias veces tanto que cuando el mago atacó casi acaba con él, pero aun así no se dio por vencido, siete veces cayó y siete veces se levantó, cada caída era una herida mas profunda y mortal, pero esas heridas nada significaban si tenía que proteger a su amada, exhausto y casi acabado volvió a atacar al mago, si era su hora de morir moriría protegiendo a Anenalot, por un instante el mago saboreaba la victoria, pero entonces el poder de las hadas resurgió en Anenalot como un fuego que parecía extinto, sus alas se desplegaron inmensas y hermosas, los pelos flotaban como si fueran movidos por una suave brisa y sus ojos iluminados no con odio ni cólera, sino con pena y amor, pena por tener que usar la violencia en ese lugar y amor por la gárgola que la salvo del cautiverio y le devolvió parte de lo que le habían robado.
Atacó al mago, tan terrible que éste estuvo a punto de desaparecer, pero un escudo lo mantuvo a salvo por ese momento, el mago juntó todo su poder y atacó al hada, pero su ataque nunca llegó, Jolher se recuperó al ver a Anenalot con toda su belleza y no permitiría que ella se ensuciara las manos con la sangre de esas criaturas miserables. Detuvo el ataque del mago y protegió una vez mas al hada, casi muerto y sin fuerzas cayó en sus brazos y Anenalot no quiso perderlo, compartió parte de su energía con él y ambos pudieron levantarse, esta vez atacaron al mago los dos juntos y nada de lo que pudiera hacer el mago evitaría el desenlace. Todo su ejército fue destruido y él quedó vagando como un fantasma sin cuerpo desde ese día, pudo deambular por cualquier parte menos en esas montañas. Tal fue la combinación del poder de Anenalot y Jolher que muy pocos pueden aventurarse en ese valle.
El relato se detuvo por un momento y el mago se perdió contemplando las llamas mientras la niña esperaba expectante. Un minuto después no pudo aguantar la ansiedad y preguntó con tono tímido.
-¿Qué sucedió con Anenalot y Jolher?
-OH, lo siento, me perdí por un momento,- se disculpó el mago, -bueno vivieron en lo que quedo sano del valle y formaron su propia familia, pero que sucedió con todos ellos nadie lo sabe, se dice que simplemente desaparecieron para convertirse en estrellas, otros que viven con los dragones en parajes ocultos, incluso también, que uno de sus descendientes se mezcló con los hombres y que parte de su sangre ahora fluye por las venas algunos humanos, pero la verdad de todo eso solo los dragones mas antiguos lo saben y ya sabes que son reacios a compartir esas historias.
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