lunes, 9 de enero de 2012

Un momento de belleza pura.

Volviendo, escapando de la romería que se juntó.

Calle despejada totalmente, viento de cola, neumáticos en su buena temperatura y presión, todos los engranajes bien lubricados....

El escenario ideal para asfalto quemar, pero mi atención algo distrae....

Ahí lo ví, planeando, la inclinación del plumaje y el cuerpo acomodando de manera tal que suavemente se deslizaba las corrientes del aire a su favor usando.

Las patas extendió y sobre el montículo de tierra suavemente se posó, como si el rey de la colina fuera.

¿Solo? me pregunté.

Unos segundos después su pareja, con igual elegancia en otro montículo se posó.

Y ahí estaban cada uno en su colina, se miraban y miraban el entorno, para un tiempo después, volver a extender sus alas y nuevamente las corrientes del aire aprovechar como solo ellos hacerlo saben, uno primero, seguido del otro, tal como es su costumbre.

Uno tomando una posición elevada, visible y el otro más baja, escondíendo su precencia para esperar la señal del vigía para atrapar la presa.

Desafortunadamente tomaron rumbo donde no hay camino posible para mi seguirlos y el regreso retomar tuve, pero fué un hermoso momento.

Ojalá conmigo estado hubieras para compartilo.



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